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| Foto: El Gráfico |
El 31 de julio de 1949 se jugó el Superclásico del fútbol argentino en un Monumental repleto por hinchas de ambos equipos que asistieron para ver el partido más importante del fútbol argentino y a la increíble delantera millonaria apodada “La Máquina”.
Bajo la dirección técnica de José María Minella, los de Núñez, punteros del campeonato, se enfrentaban ante Boca, que se encontraba último en la tabla y era dirigidos por el ex jugador y entrenador de la banda, Renato Cesarini.
Cerrando bien los espacios y marcando excelente a los delanteros, el Xeneize se fue al descanso 0 a 0 por lo que en ese momento era un buen resultado. No obstante, a los cinco minutos del segundo tiempo, el legendario Ángel Labruna convirtió el 1 a 0 con el que finalizaría el partido.
Pero lo más insólito sucedió cerca del final. Amadeo Carrizo recibió un pelotazo en sus testículos y tuvo que salir para ser atendido, por lo que su puesto lo ocupó un joven delantero de solo 23 años que prometía mucho: Alfredo Di Stéfano. El atacante estuvo ocho minutos bajo los tres palos y a pesar de su 1,78 metros de altura, logró mantener el arco en cero y hasta atajar uno que otro tiro hasta que Carrizo pudo volver.
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| Foto: Anotandofutbol.blogspot.com |
Incluso el mítico arquero banco a la Saeta Rubia: "Me dieron un pelotazo tremendo por allí abajo y yo me sentí descompuesto y estuve siete u ocho minutos fuera. Y entró Alfredo a la portería. de manga corta, y sin guantes, porque en esa época no existían. Lo hizo bien, eh. Hasta de portero era bueno".
River terminó el campeonato como subcampeón con 43 puntos por detrás de Racing que sacó 49. Boca por su parte, culminó decimoquinto con 27 unidades salvándose del descenso solo por un punto. Sin embargo, lo más recordado de ese campeonato será por siempre la figura de la Saeta Rubia bajo los tres palos en el Superclásico.


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