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| Foto: goal.com |
Disputó 375 partidos en Premier League, logró convertir más de 100 goles, fue el máximo anotador de la temporada 1998-99, levantó La Orejona y fue un ícono en el futbol inglés en los ’90 y los 2000. Portador de un currículum digno de un jugador destacado y capaz de pasar a la historia, brilló con dos camisetas rojas: la del Manchester United y la de su Selección, Trinidad y Tobago. Nuestro protagonista en cuestión es Dwight Yorke.
En una gira en el Caribe que disputó el Aston Villa en 1989, Yorke llamó la atención gracias a su rendimiento y rápidamente le ofrecieron un contrato. Así, comenzó su carrera en una de las ligas más importantes del mundo. Sin dudas, la decisión de los directivos fue totalmente acertada. El delantero permaneció nueve años en el club y jugó 200 partidos, marcó 63 tantos y fue partícipe de las Copas de la Liga ganadas en 1993/94 y 1995/96.
Su performance hizo que el Manchester United se fijara en él y decidiera sumarlo a sus filas. En los Red Devils, Yorke no decepcionó. Con 64 goles en 150 partidos, mejoró el promedio en relación a su paso por el Aston Villa. El atacante no requirió de una etapa de adaptación en su nuevo equipo, ya que en su primera temporada infló la red en 18 oportunidades y junto a Michael Owen (Liverpool) y Jimmy Floyd Hasselbaink (Leeds United) fue el máximo anotador de la temporada en la cual Manchester fue campeón.
Sin embargo, no fue la única alegría del año. El 26 de mayo de 1999 alcanzó el mayor logro en su carrera, que fue nada más y nada menos que ganar la Champions League en una recordada final ante el Bayern Múnich, en la cual el Manchester United caía 1-0 desde los primeros minutos y lo dio vuelta en el final. El partido jugado en el Camp Nou en el cual Yorke fue titular marcó la segunda Orejona para los Red Devils en su historia.
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| Foto: planetfootball.com |
En 2002 su rendimiento mermó y se fue al Blackburn Rovers y en el primer año no le fue nada mal. Se reencontró con Andy Cole, con quien compartió el ataque en Manchester y aportó 13 conquistas para que el equipo finalice sexto y clasifique a la Copa UEFA. No obstante, al año siguiente se peleó con el entrenador Graeme Souness y se marchó al rival de toda la vida del primer club que defendió: el Birmingham.
Allí no tuvo un paso recordable ya que no consiguió continuidad. Solo 14 partidos y dos goles en ocho meses. Tras aquella experiencia, emigró a Australia para jugar en Sydney FC. Allí, se coronó campeón de la liga en la temporada 2005/06. Luego, firmó para Sunderland y después de tres temporadas en un buen nivel decidió retirarse en 2009 de la actividad profesional.
En Trinidad y Tobago, su paso no fue menor. Si bien es cierto que 19 goles en 72 partidos no es una cifra tan impresionante teniendo en cuenta su rendimiento y capacidad, fue determinante en momentos clave en la historia de la Selección. Participó del único Mundial que jugaron los caribeños en Alemania 2006 y le propinó un doblete a Granada en la victoria 2-1 por la final de la Copa del Caribe de 1989, que significó el primer título en la historia del país.
Del Caribe para el mundo, forjó una carrera extraordinaria y es todo un símbolo futbolístico en una región en la cual el deporte rey no prevalece ni tiene una amplia tradición.


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