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| Foto: aquilomire.com |
El 11 de junio de 1990 no
será un día más que pase desapercibido en la memoria del goleador inglés Gary
Lineker. No solo por convertirle un gol a Irlanda en el debut de Inglaterra en
el Mundial disputado en Italia a los 8 minutos de juego, sino porque aquella
noche vivió una situación vergonzosa en la cual seguramente sintió que el mundo se le venía abajo.
Hasta el entretiempo todo
iba bien para el ex Barcelona y Tottenham. Inglaterra vencía a Irlanda por 1-0
y el gol lo había marcado él. Sin embargo, durante el descanso comenzó a sentir
un malestar estomacal que no lo dejó jugar con normalidad al momento de salir a
la cancha en el complemento.
El empate de los irlandeses
a cargo de Kevin Sheedy quedó en un segundo plano para Lineker cuando recuerda
aquel partido, en el cual sus retortijones comenzaron a ganar protagonismo. “No
me sentía bien en el entretiempo. Hubo un ataque por la banda izquierda y quise
sobrepasar al rival haciéndole una entrada, pero me estiré y me relajé”. Así
confesó que se había defecado en pleno partido mundialista.
Tuve la suerte que la noche
anterior había llovido y pude hacer algo al respecto para que se notara menos”,
manifestó Lineker, tiempo después en una entrevista concedida a la BBC. Además,
agregó que se lo puede ver “frotándose contra el pasto para intentar limpiarse”
y que sin dudas fue “la peor experiencia vivida”. No obstante, pese al
embarazoso momento, el inglés no pierde el sentido del humor al referirse al
tema: “Nunca tuve tantos espacios como en ese partido, los marcadores no
querían ni acercarse”.
Gary Lineker no es un
jugador más en la historia del fútbol inglés. Jugó en los Mundiales México ’86 e
Italia ’90, llegando a cuartos de final y semifinales, respectivamente. También
anotó 10 goles sumando ambas competencias y eso lo convierte en el máximo
goleador nacido en Inglaterra en la historia de los Mundiales. Sin embargo, hasta
alguien con dichos logros puede tener su momento de debilidad.

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