lunes, 19 de febrero de 2018

La neutralidad como estilo de vida



Podría decirse que, al igual que en sus políticas de estado, el fútbol suizo ha permanecido neutral a lo largo de su ya centenaria existencia. Porque, al fin y al cabo, ¿quién recuerda una actuación destacada o un fracaso rotundo de su Selección a nivel internacional? Difícil saberlo. Y es que más allá de alguna presentación deslucida en el último tiempo, los Rossocrociati han conseguido mantenerse siempre en los primeros planos, ocupando al día de hoy el 8° puesto del ranking FIFA.

   De hecho, el mayor logro de su historia ocurrió hace ya 94 años, con la obtención en 1924 de la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de París, eliminando en el camino a potencias como Checoslovaquia, Italia o Suecia para luego caer en la final frente a Uruguay. En Mundiales acumulan 10 participaciones (Rusia 2018 será la 11°), con tres clasificaciones a cuartos de final, en Italia '34, Francia '38 y como locales en 1954.
   Sus peores momentos los vivió sin dudas entre finales de la década del '60 y mediados de los '90, en una inmensa laguna que significó la ausencia de toda competencia internacional para Suiza tras su participación en Inglaterra '66 y hasta su acceso a Estados Unidos '94, donde cayó con España en octavos de final.
   Aunque tras aquella gira por países angloparlantes que incluyó una discreta participación en la Eurocopa de Inglaterra '96 se produjo la vuelta al pozo, tras no lograr clasificar a las Copas del Mundo de Francia '98 (perdió en las Eliminatorias ante un debutante Azerbaiyán) y Corea-Japón 2002, ni a la Euro 2000, disputada en Bélgica y los Países Bajos.
   Sin embargo, hacia fines de 2002 llegaría desde las oficinas de la UEFA una gran noticia para el país: la candidatura en conjunto entre Suiza y Austria para albergar el máximo torneo continental en 2008 había sido electa, de manera que el país transalpino tendría que retomar el protagonismo perdido para llegar a la su gran cita con chances de lograr algo grande.
   El primer paso fue la Euro 2004 en Portugal, aunque no fue lo esperado: tras cosechar solo un punto, el Schweizer Nati culminó 15° de 16 equipos. No obstante, su participación en Alemania 2006 fue totalmente distinta, finalizando primero de su grupo por sobre Francia, Corea del Sur y Togo, para luego caer en octavos con Ucrania por penales, no sin antes ingresar en la historia como la única selección que no ha recibido un solo gol en un Mundial.
   Habiendo mejorado algo su imagen, dos años después afrontó el duro desafío de hacer un papel digno en su casa, aunque finalmente serían rápidamente eliminados tras perder con República Checa y Turquía, aunque con el aliciente de haberle ganado a Portugal y el consuelo de que Austria, el otro local, solo cosechó una unidad.
   Un par de años más tarde llegarían nuevas esperanzas, tras la victoria en el debut de Sudáfrica 2010 sobre una España que a la postre sería campeón. Aunque luego se sucederían una caída con Chile, una igualdad con Honduras y otro temprano regreso a casa, que sumado a la no clasificación a la Euro 2012 le restaban expectativas al equipo con vistas a Brasil 2014, donde sin embargo llegó hasta octavos para sucumbir ante Argentina en aquel recordado partido que definió Di María sobre el cierre de la prórroga.
   Ahora, con una generación repleta de jugadores de ascendencia extranjera que en buena parte se desempeñan en las mejores ligas del mundo y que vienen de acabar 11° (de 24) en la Eurocopa de 2016, Suiza buscará salir de aquella neutralidad histórica que ha pasado de ser una política de estado a una constante en su fútbol.

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