Dicen que hay problemas que se olvidan momentáneamente por culpa de una pelota. La Selección de Senegal siempre quedará en el recuerdo por la “grandeza” que demostró durante el 2002, un año en el que fue, hasta el momento, el mejor de su historia.
Durante la Copa Africana lideró su grupo ganándole a Egipto y
Zambia, y empatando con Túnez. Luego venció a República del Congo y avanzó a
semis, en donde todo parecía perdido ya que se enfrentaban a la poderosa
Nigeria. Sin embargo, el fútbol es un deporte que siempre da sorpresas, y los
senegaleses lograron por primera vez llegar a una final de naciones frente a
los leones cameruneses. Pero no todo es color de rosas y todo tiene un final.
La caída por 3 a 2 en la tanda de
penales les impidió alzar la tan deseada copa que tantos fanáticos querían para
el equipo “chico”.
Ese mismo año, disputaron por primera vez la Copa Mundial de
Corea-Japón en la cual, en primera ronda, vencieron a Francia, empataron con
Dinamarca y Uruguay, y consiguieron ser la única Selección africana en
clasificar a octavos de final, donde se enfrentarían a la Suecia de Zlatan
Ibrahimovic y Henrik Larsson. A pesar de que los europeos eran favoritos, a los
africanos no les importó y los derrotaron 2 a 1 logrando avanzar a cuartos de
final, en donde jugarían ante a Turquía.
Luego de empatar 0 a 0 en el tiempo reglamentario, los turcos
conseguirían, en el alargue, el 1 a 0 final, terminando con la ilusión de los
senegaleses que lograron ganarse el respeto de todos los aficionados.
A pesar del gran año que
tuvieron, nunca más llegaron a una final africana ni lograron clasificarse a
los mundiales de 2006, 2010 y 2014. Sin embargo en el 2015, Aliou Cissé (jugador de la
Selección en 2002), se convirtió en el nuevo director técnico con el objetivo
de jugar nuevamente un mundial. El defensor del Napoli, Kalidou Koulibaly y el
delantero del Liverpool, Sadio Mané fueron los estandartes de un equipo que
logró clasificar a Rusia de manera invicta y jugar nuevamente un Mundial.
Entre junio y julio de 2018 los
senegaleses tendrán una excusa para poder olvidarse nuevamente de sus problemas
por culpa de una pelota, igual que como pasó en 2002.

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